Citas, proverbios y refranes

Citas, proverbios y refranes

- ¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil, nos aporta tan poca felicidad? La repuesta es está, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino.

Albert Einstein
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- Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles sino más misteriosas.

Albert Schweitzer
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- Las personas debemos el progreso a los insatisfechos.

Aldous Huxley
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- No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuantas cosas viejas hay que no conocemos.

Ambrose Bierce
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- Cerca del sol está el centro del universo

Nicolás Copérnic
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- Los analfabetos del siglo 21 no serán aquellos que no saben leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender.

Alvin Toffler
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- ¿Por qué usaremos medias?, solo generan agujeros.

Albert Einstein
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- El automóvil es el mejor medio de locomoción para encontrar un lugar donde estacionar.

Anónimo
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- Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar.

Antonio Machado
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- El corazón de un hombre de estado debe estar en su cabeza.

Aristocles Platon
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- Si tanto me alaban, será por alabarse a sí mismos, pues al alabarme dan a entender que me comprenden.

Aristóteles
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- A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.

Arthur Schopenhauer
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- Como sentado en un trono real, el sol gobierna la familia de planetas que giran a su alrededor

Nicolás Copérnic
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- Es el cambio, no el amor, lo que hace avanzar el mundo. El amor sólo lo mantiene habitado.

Anónimo
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- La ciencia es el padre del conocimiento, pero las opiniones son las que engendran la ignorancia.

Hipócrates
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- El que compra lo superfluo, pronto tendrá que vender lo necesario.

Benjamín Franklin
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- El sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación.

Bertrand Russell
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- Si no actúas como piensas terminaras pensando como actúas.

Blaise Pascal
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- El asombro es el móvil de cada descubrimiento.

Cesare Pavese
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- Hay gente tan sumamente pobre que solamente tiene dinero.

Anónimo
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- Como sentado en un trono real, el sol gobierna la familia de planetas que giran alrededor suyo

Nicolás Copérnic
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- El experimentador que no sabe lo que está buscando no comprenderá lo que encuentra.

Claude Bernard
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- Aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia.

Clifton Fadiman
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- Muy feliz es de hecho el científico que no sólo tiene los placeres que he enumerado, sino que también gana el reconocimiento de sus colegas científicos y de la humanidad, que en última instancia, se beneficia de sus esfuerzos.

Irving Langmuir
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- Exígete mucho de ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.

Confucio
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Libro recomendado

"El Hombre Que Calculaba"

Excelente libro que contiene leyendas, problemas matemáticos, enseñanzas de vida y una reseña histórica de la ciencia matemática entre los árabes.

De Malba Tahan, Verón/editor

Una anécdota de Rutherford

Lord Ernest Rutherford of Nelson, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1.908, contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada.

Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen y decía: "Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".

El estudiante había respondido: "Lleva el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio".

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de sus estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.

Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física. Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.

En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: "Coge el barómetro y lánzalo al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la fórmula: altura = 0,5 por A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio".

En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? Sí, me contestó; este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura. Este es un método muy directo.

Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precesión. En fin concluyó, existen otras muchas maneras.

Probablemente, siguió, la mejor sea coger el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.

En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares). Evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

El estudiante se llamaba Niels Henrik David Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1.922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.

Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia, es que "Le habían enseñado a pensar".

Revista "Saturday Review" 21-12-1.968. Alexander Calandra.

Autor: Ricardo Santiago Netto. Argentina.

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