La pintura de Roma

Actualmente se conservan pocas tablas pintadas, pero se sabe por la literatura antigua que los artistas romanos elaboraron sobre este soporte una gran variedad de temas, incluyendo acontecimientos históricos, mitos, escenas de vida cotidiana, retratos y bodegones.

Los retratos pintados

En el período de la Roma imperial, los retratos pintados están tipificados por unas tablas que han aparecido en diferentes lugares de Egipto. Estas pinturas, tradicionalmente denominadas retratos del Fayum, por el distrito agrícola en Egipto donde fueron descubiertas, están realizadas con la técnica de la encáustica, un método que disuelve los pigmentos en cera fundida. Estas tablas son los únicos retratos que se conservan en cierto número y aunque se trata de trabajos provincianos, muestran el alto nivel de los pintores romanos. Estas imágenes reflejan los gustos imperantes del momento y suministran una visión de la evolución del retrato durante el período imperial. Se conserva un retrato imperial pintado que representa a Lucio Septimio Severo, su mujer Julia Domna y sus hijos Caracalla y Geta. La cabeza de Geta fue borrada después de su condena oficial (damnatio memoriae).

La pintura mural

La pintura mural, en cambio, está bien documentada, sobre todo en Pompeya y en las otras ciudades que fueron enterradas en el año 79 d.C. por la erupción del volcán Vesubio. Se distinguen cuatro etapas denominadas estilos pompeyanos.

Los estilos primero y segundo

El primer estilo, popular aproximadamente entre los años 120 y 80 a.C. (Casa de Salustio, Pompeya), se basa en la decoración griega de interiores y a veces se denomina como el estilo de incrustación porque sus pinturas sobre el yeso se utilizaron para imitar el aspecto de los muros de mármol pulidos. Los pintores que trabajaron en el segundo estilo, desde el 80 al 15 a.C., intentaron crear por medio de la perspectiva una ilusión espacial que se prolongaba más allá de la superficie mural. Las columnatas, los jardines, los escenarios teatrales y los templos circulares fueron motivos usuales. Hoy se pueden encontrar extensas series de frescos del segundo estilo en Pompeya (villa de los Misterios, año 50 a.C.), en una magnífica villa excavada recientemente cerca de Oplontis (también del año 50 a.C.) y en otros lugares. La casa de Augusto en la colina del Palatino en Roma estuvo decorada, incluso, en este elegante estilo (25 a.C.).

Los estilos tercero y cuarto

El tercer estilo, datado desde el 15 a.C. hasta el 63 d.C. es una pintura delicada en la que el ilusionismo del segundo estilo se suprimió en favor de arabescos lineales sobre fondos monocromos. Las habitaciones más hermosas pintadas en el tercer estilo se conservan en la villa de Agripa Postumo en Boscotrecase (10 a.C.). El cuarto estilo, desarrollado entre el 63 al 79 d.C., antes de la erupción del Vesubio, es el estilo último y más complejo. Los motivos arquitectónicos fueron de nuevo populares, pero no de acuerdo con una perspectiva lógica, sino con estructuras fantásticas e imposibles de construir, como las de la casa Vetii en Pompeya. En los estilos tercero y cuarto la parte central de los murales está pintada al estilo de las tablas, mostrando temas mitológicos, aunque también se conocen ejemplos de vida cotidiana y retratos. El desarrollo de la pintura mural después de la destrucción de estas ciudades por el Vesubio está menos documentado, pero se pueden encontrar estancias pintadas en los siglos II, III y IV en Ostia y, sobre todo, en las catacumbas romanas, donde los temas cristianos se desarrollaron mucho antes de la conversión de Constantino al cristianismo.

Bibliografía:

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